Soneto n°14 para piano (tercer movimiento)
por Sarahi Fuster (hay que leerlo escuchando la sonata para que tenga sentido)
La mujer sale apresurada de aquel edificio de apariencia antigua y elegante, lleva una pequeña capa que cubre su cuello y sus definidos hombros. Sus pasos se aceleran conforme avanza en el camino. Sus zapatos aterciopelados, color sangre se llenan de pequeñas manchas negras. El camino es pedregoso y enlodado. Se detiene en el camino para voltear hacia atrás, se da cuenta del trayecto que ha recorrido, pero ve tras ella una carrosa verde fúnebre que hace un sonido estruendoso, como el que la gente escucha cuando está cerca de morir. Da vuelta en un callejón oscuro. Tropieza con una rama en el piso. Al caer, su capa se desliza sobre sus hombros dejando al descubierto su piel dorada como la arena. Un hombre la ayuda a levantarse. Ella lo mira con desconfianza y corre aún más rápido. Cierra los ojos durante segundos eternos para la mente irracional. Un error que dependía de los músculos de sus pies y de los zapatos aterciopelados. Un error que atormentaba su corazón. No, no era un error, no para ella. Los ojos elitistas la miraban, la juzgaban. Ella sólo quería transmitir la verdad. ¿La verdad es un error? La capa le impide correr. La carrosa se acerca sin inhibiciones hacia la mujer. El sudor oscurece su vestido de seda roja. Ya no hay salida. Una mujer con mirada desconcertante baja de la carrosa. La mujer del vestido de seda no puede escapar. Un callejón sin salida. Ella se aferra a la pared, la empuja como para hallar una salida. Ya es demasiado tarde…la verdad se convirtió en mentira vestida de muerte…