Parodia al ser humano II
por Sarahi Fuster
Sobre los momentos que te pasan a ti pero que también les pasan a los demás
“...entonces te juzgarás a ti mismo. Lo cual es más difícil que juzgar a los demás, y si lo logras bien, serás un verdadero sabio.” Saint-Exupery
El otro día iba en el metro rumbo al trabajo, ya era justo la hora pico, según yo me bajé corriendo del autobús y empujé a cuanta gente se me puso en frente para llegar a los andenes y darme cuenta de que corriera o no el metro no me iba a esperar cual si fuera princesa de México. Había tanta gente que cuando se abrían las puertas, las personas no salían por su propio pié, sino que salían como propulsadas por un chorro...pero de gente desesperada y alborotada. Después de que había dejado pasar varios trenes, por fin llega uno decente, con espacio para unas cinco personas más... aaaa noooo, pues se abren las puertas y lo primero que veo es a un tipo ocupando la entrada, agarrado del tubo con el brazo estirado y además con un mochilón por detrás que sólo daba cabida a que pasara una persona, pero una que no pesara más de 45 kilos, verdad, y miren que soy flaca, pero es que ese mono además tuvo el descaro de voltearme a ver mientras trataba de pasar por la rendija de espacio, total que cuando por fin logré subirme, el personaje de la mochila se hizo a un lado para recargarse en las puertas ¡válgame el cielo!, del enojo empecé a comentar con las demás personas “no puede ser que la gente no razone...tapan toda la entrada...!, los otros ilusos nada más se me quedaban viendo. Aaaaa pero eso sí ayer cuando me subí me puse en la puerta porque estaba muy cansada, ¡oyeee!, después de un día de trabajo tan pesado pues quería recargarme en la puerta, aaaa pero la gente no puede entender eso y me empujaban al subir, ashhh, la gente hoy en día está neurótica, no tiene empatía.
El mes pasado tenía tanto trabajo que cuando los demás me saludaban no sabían si los saludaba a ellos o hablaba sola con mi computadora, como si dejar de ver al monitor unos segundos me fuera a resolver todos los pendientes que me hacían falta y si sonaba el teléfono contestaba con monosílabos “sí”, “no”, “está bien”, “adiós”, pues qué no se daban cuenta de las torres de Babel de expedientes que tenía en mi lugar y digo de Babel porque quitaba uno y me ponían otro, mugres torres, eran indestructibles y para colmo todos los demás al unísono querían que les pusiera atención. Lo bueno es que terminé, con 20 grados más de aumento en los lentes, pero terminé. Entonces pues obvio como no tenía nada que hacer quería platicar pero no sé porqué me daba por ir a contarle a otro pobre que tenía sus torres de babel y no era sólo para saludarlo, le platicaba sobre cómo había preparado mis quesadillas de anoche detalle por detalle “saqué las tortillas del refri, y en eso que me doy cuenta de que me hacía falta el queso y pues que voy a la tienda, ahí me encontré a Susanita y que me cuenta que se acaba de divorciar...” pobre, na’ más veía cómo se le ponían rojos los cachetes y hacía lo mismo que yo, contestaba sin voltearme a ver,¡ bueno pues qué le pasa, habla solo con su computadora o qué!
Se me ocurrió ponerme vestido el otro día y para complementarlo me puse unos buenos tacones, de esos grandotes con los que la gente siempre te mira hacia arriba admirada, pero cuando voltean hacia abajo inevitablemente dicen “aaa son los tacones”. Pues qué les cuento que obviamente voy a dar al suelo con todo y vestido levantado, ya saben, la escena típica en la que vas caminando justo en frente de un restaurante con mesas afuera, con un chorro de gente comiendo y tú ahí vas y te caes y con el vestido levantado para acabarla de amolar, hasta pareciera escena premeditada de película cómica de Hollywood, ¡caray! Total que ya que estaba en el suelo, levanto la carota según yo para checar que nadie conocido me viera, perooo nooo, en ese momento, justo ese día, a los de mi trabajo se les ocurre salir a comer y tooodos juntoooss y hasta una de ellas me levantó y lo peor es que lo primero que le salió de su boca fue “oye no sabía que había chones con hoyitos en los costados”, pues claaaroo mensaaaa, son la última moda, obvio eran mis chones de repuesto porque justo ese día ya no tenía limpios. Ya que me habían levantado, na’ más veía que alguien me miraba y pensaba “ayyy ese me vio caer, ayyyy no esa otra también y ese perro de seguro se quedó ahí parado para reírse de mí”, total que me fui caminado toda paranoica pensando que el mundo entero me había visto caer y lo peooor, ¡que habían visto mis chones con hoyitos! Eso sí la otra vez que vi a una chava caerse frente a mi casa, que me ataco de la risa en su carota, hasta me atreví a preguntarle que dónde había comprado sus chones deslavados y se fue toda enojada y ni me contestó, ayyy cómo hay gente neurótica de veras...:D
mmm los perros riéndose
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