Palacio de Iturbide, del amor a la cultura y algo más
por Sarahi Fuster
El Palacio de Iturbide o lo que ahora se conoce como Palacio Cultural Banamex, hoy en día exhibe obras de artistas plásticos como Diego Rivera, Saturnino Herrán, Rodolfo Nieto entre otros. Al caminar frente al enorme y despampanante edificio, jamás se podría imaginar que tremenda arquitectura haya sido testigo de tan importantes pasajes de la historia de México.
La historia del palacio comenzó con una historia de amor alrededor del año 1760. La condesa de San Mateo de Valparaíso, única hija del marqués de Jaral de Berrio, cayó profundamente enamorada del marqués Pedro de Moncada y Branciforte. Tiempo después se casaron, su boda fue un acontecimiento importante ya que los dos eran muy adinerados. Al pasar de los meses, los padres de la condesa se dieron cuenta de que al marqués Pedro le gustaba despilfarrar el dinero al igual que el de su amada esposa. El marqués de Jaral, padre de la condesa, al ver que el esposo era ostentoso y vano decidió mandar a construir una casa, que por cierto, no era sólo una casa, era una edificación mejor que el palacio de los azulejos. La obra fue finalizada en 1785 por el arquitecto Agustín Durán. Para infortunio del marqués de Moncada, la pareja de enamorados nunca vivió en la casa.
Para 1822 Iturbide habitó la casa y en ese mismo año del mes de mayo se proclamó emperador desde el balcón principal del palacio. A partir de este acontecimiento, a la edificación se le conoció como el Palacio de Iturbide. Diez años después, el palacio reabrió sus enormes puertas para albergar a los estudiantes del Colegio de minería durante cuatro años.
Años más tarde, el empresario Anselmo Zurutuza tuvo la brillante idea de comprar el palacio y convertirlo en un lujosísimo hotel, al cual llamó Iturbide. Además de ser hotel, la edificación sirvió como el primer café cantante de la ciudad, el cual terminó siendo una ironía, pues la gente que entraba se quejaba de no poder platicar con la música tan fuerte. Tal ironía finalmente provocó la clausura del café.
En 1860 se construyó el billar Perié en la planta baja del hotel, el cual era una réplica del billar más elegante de París, dicho billar daba servicio de bar y cafetería a los clientes que lo frecuentaban. La felicidad terminó en la época del porfiriato, pues, a pesar de que se modernizó con la instalación de un elevador en el primer patio, durante este periodo, el hotel vio pasar los años desgarradores de la revolución.
Salió la luz y para los años 60 y 70, el Banco Nacional de México hizo la gran obra de restaurar el edificio para convertirlo en el Fomento de Cultura Banamex. Por último, en el año 2004 se reinauguró como lo conocemos hasta ahora, como el Palacio Cultural Banamex.