Jeune fille au pair: Capítulo III: De lo que sucede con los abuelos y de lo que el padre tiene
por Sarahi Fuster
De costumbre, pasaba mis días enteros con Miley, nos volvimos uña y carne. Creábamos aventuras y en las noches era difícil decir adiós. Con Julien jugaba juegos de mesa y nos desafiábamos en partidas de juegos de video. En cuanto a mis tiempos libres, yo aún no sabía qué hacer porque no conocía a nadie, era invierno y estaba nevando, no soportaba el frío, así que prefería quedarme en casa con los niños. La mamá, al ver que no salía, me daba pases gratis para ir al cine y me forzaba a salir por ratos durante la semana. Yo iba a la ciudad a caminar un rato, pero no estaba acostumbrada al frío y no soportaba más de dos horas en el exterior, por lo que no tardaba mucho en regresar a casa.
Ellos tenían el conocimiento de que tenía familia en Francia de modo que me dieron una semana forzada para ir a verla antes de navidad. A mi regreso recibieron la visita de los papás de la mamá para la víspera de navidad, justo el día de mi regreso con ellos. Al llegar puse mis maletas en mi cuarto y subí pronto a presentarme con los abuelos. Miley corrió a mis brazos y yo comencé a saludar a todos. La mamá me presentó con ellos y yo les extendí la mano, la abuela no quiso tomármela y permaneció lejos para saludarme, el abuelo sin duda me la extendió. Esa noche la abuela no me dirigió casi la palabra a diferencia del abuelo y me sentí muy incómoda durante la cena, así que me retiré pronto a mi cuarto.
Al día siguiente era 25 de diciembre y los niños estaban abriendo los regalos junto con los que yo les había hecho. Los regalos que los niños recibieron de sus padres eran formidables, iban desde drones, robots mascota hasta granjas completas armables con todos los animales. Mis regalos no eran más que representativos, como libros y calcomanías para jugar. A mí también me dieron regalos muy costosos como un reloj y suéteres de marca para el frío. Al poco rato me quedé sola con la abuela porque la familia había salido con los niños y el abuelo a jugar con los juguetes. Yo aproveché de lavar mi ropa y mis sábanas pues era obligatorio que lavara todo seguido, pero la mamá solía ocupar la lavadora todo el día, todos los días, porque los niños se cambiaban varias veces durante el día y todo debía lavarse inmediatamente, así que yo aprovechaba cuando ellos no estaban para lavar mis cosas.
La abuela por fin decidió dirigirme la palabra cuando vio que colgaba mis sábanas. Me explicó cómo debía colgarlas para que no se arrugaran y me habló de la importancia de planchar toda la ropa después de lavarse, que era algo que aportaba belleza y clase a mi persona y que de vez en cuando debía ayudar a la mamá a lavar y a planchar. Tomé mi ropa interior para colgarla en mi cuarto, en un tendedero propio para no mezclarla con la ropa de la familia y conservar mi privacidad y la de ellos, pero la abuela me pidió hacerlo en el tendedero de todos y me dijo "¿acaso no la cuelgas en el tendedero porque está sucia? Supongo que está limpia y no hay porqué esconderla." Acepté de manera respetuosa colgarla frente a ella para mostrarle que no escondía nada, aún cuando no estaba de acuerdo; no consideré que fuera necesario molestarme por algo así. Aproveché de hacerle la plática sobre los niños y sobre algunos remedios naturales para el dolor de estómago. Ella continuó cuestionándome sobre otras cosas como de mis hábitos alimenticios en México, me dijo que debía comer más porque consideraba que comía poco, a pesar de que estaba comiendo todo lo que me ofrecían, más golosinas durante el día. Yo intenté explicarle que en México no acostumbrábamos comer cosas muy dulces durante el día y que yo en particular llevaba un régimen alimenticio bajo en grasas para conservar mi peso y mi salud en buen estado. Después me retiré cordialmente a mi habitación. Al regreso de los padres con los niños y el abuelo, le dije a Miley que podíamos jugar a pegar las calcomanías que le había dado. Le pedí a la mamá que nos facilitara las calcomanías. Las empezó a buscar y por alguna extraña razón habían desaparecido y lo único que quedaba era la caja. Supuse que por confusión las habían tirado junto con las envolturas de los regalos. No quise ahondar mucho y jugamos a otra cosa. Julien, quien me tenía ya mucha confianza, se acercó a mí y entre dientes me dijo "seguro las tiró mamá, tiene una obsesión con tirar todo." En ese momento no le di importancia a lo que Julien me había dicho y creí que él se equivocaba y que todo era un malentendido.
Días después de la visita de los abuelos, la mamá tuvo que irse varias semanas de vuelo, por lo que me quedé sola con el padre y los niños. Yo me ofrecí a hacerme cargo de los niños aún cuando el padre se quedaba en casa todo el día. Yo tenía la impresión de que él trabaja desde casa y que estaba muy ocupado. También me ofrecí a hacer la comida, a asear y lavar los trastes, la cocina y la ropa de los niños. Un día me di cuenta de que el padre era muy torpe para manipular las cosas, que no podía pelar manzanas y que difícilmente se daba cuenta cuando yo pasaba al lado de él. Ese día me dijo lo que sucedía con él. Me explicó que tenía una enfermedad genética en la vista que año con año degeneraba su visión y que por eso ya no trabajaba fuera de casa. Que esperaba encontrar una cura para poder volver a trabajar. Con más razón me di a la tarea de cuidar de los niños y de hacerme cargo de toda la casa. Al mismo tiempo comencé a tener amistades en la ciudad así que salía los fines de semana con ellas, siempre respetando mis horarios con la familia y mis deberes.
*En el próximo capítulo contaré lo que sucede con mis amigas au pair en paralelo.
Días antes de que la mamá regresara, el papá se fue con Miley y Julien para reunirse con ella e irse a la playa y me dejaron sola durante una semana. Había quedado mucha ropa sucia de ellos y yo tenía demasiado tiempo libre en la casa. Tomé la iniciativa de lavar todo, plancharlo y doblarlo. Cuando regresaron, la mamá casi no me dirigió la palabra y entró directamente al cuarto de lavado y se encerró en él. Lo que estaría por suceder jamás lo hubiera imaginado.
Continuará...