Jeune fille au pair: Capítulo II De lo que sucede con el sobre y el día de partida
por Sarahi Fuster
El sobre con los documentos y el contrato firmado estaba perdido en alguna parte de México. La explicación de la familia, en especial de la madre, con quien siempre yo hablaba, fue que la dirección era muy complicada de entender por lo que necesitaban una explicación más profunda de la misma así que les envié la explicación de cada parte de mi domicilio. Al final, el sobre logró ser recuperado por la compañía de correos y, luego de dos semanas de espera, pudo llegar hasta mis manos. En el intermedio de la búsqueda del sobre, tuve la oportunidad de comunicarme con la familia más seguido por Skype. En cada llamada era la mamá quien siempre me hablaba, muy raras veces aparecía el esposo y si aparecía era sólo para decirme hola de manera muy breve.
Fui a la embajada a presentar todos mis documentos y finalmente me concedieron la visa en un mes. La familia y yo nos pusimos de acuerdo en cuanto a la fecha de mi llegada y, como los dos trabajaban en aerolínea, me regalaron el boleto de ida. Para mi sorpresa, la mamá me dijo que era necesario recogerme directamente en México para hacer válido el boleto, algo que consideré fuera de lo común pero muy grande de su parte como regalo y que facilitaría mucho nuestro conocimiento.
El día que me fui, acordamos la mamá y yo el lugar donde nos veríamos en el aeropuerto de México. Los nervios me comían. Tenía ganas de renunciar a irme. Había muchas preguntas que me asaltaban: ¿Y si todo era un fraude? ¿Y si me secuestraban? Cuando por fin llegué con ella, mis dudas se apaciguaron. Ella era muy agradable de primera vista y muy amable. Dio regalos a mi familia y a mí, unos perfumes costosos del Duty Free. Yo no acababa de entender tanta amabilidad y que además de todo nos diera regalos. Me sentía halagada y a la vez incómoda, pues no sentía estar haciendo algo heroico, ni me conocían y lo material no es lo esencial para mí.
Ya era de noche y el vuelo se había retrasado mucho en salir. Yo estaba muy cansada por todo el alboroto, las emociones y la preparación de mis maletas. La mamá me platicaba sin parar sobre su vida y la vida de los niños. Ya en el avión lo único que deseaba era dormir, pero era consciente de que esta vez no viajaba sola ni por diversión, así que hice un esfuerzo por escuchar lo que me platicaba, convivir con ella y respetar el hecho de que ella me estaba compartiendo sus historias y su vida. Como ella trabajaba en la aerolínea me llevó a conocer la cabina del avión y cómo funcionaba, lo cual fue muy divertido e interesante. Ya era de madrugada y ya habían pasado varias horas de vuelo. Por un momento la mamá ya no dijo más y vi la oportunidad de dormirme. En cuanto comencé a cabecear, ella me despertó y me dijo que debía ver una película que estaba en la programación del vuelo, la configuró en mi pantalla y entonces seguí esforzándome por seguir despierta hasta que no pude más y caí en un profundo sueño. Llegó la hora de la comida en el avión y yo seguía dormida, la sobrecargo bajó mi mesita para despertarme, colocó la charola con comida pero yo aún seguía aletargada por el sueño pues sólo había dormido tres horas. No tenía mucha hambre y aún no había terminado por abrir los ojos. Dejé el postre y sólo comí el pollo. La mamá me dijo que debía comer todo lo que estaba en la charola porque era importante alimentarse bien durante un vuelo de avión, por lo que me forcé a hacerlo. Luego de que terminé, ella me siguió contando historias de los niños y su vida. A lo largo de todo el trayecto yo sólo luchaba por no dormirme.
Al llegar al aeropuerto, cuando pasamos por migración, ella se separó de mí y avanzó lejos del otro lado, de modo que la perdí de vista. Una vez que me validaron el acceso, ella se volvió a reunir conmigo. En el trayecto a la casa me informó que la niña Miley había tenido un problema en el sistema inmunitario cuando nació y que había estado hospitalizada mucho tiempo a causa de esto pues las enfermedades la atacaban muy fácilmente, pero que ya se había curado y ya no sufría más de eso. Yo trataba de poner atención a todo lo que me decía sobre los niños para saber qué hacer y cómo tratarlos. Me dijo que tenían mucho cuidado con exponerse a los microbios.
Llegamos de noche, había mucha niebla y yo no había podido apreciar el camino ni los alrededores de la casa. En cuanto entramos me presentaron a los niños, quienes de inmediato me abrazaron y se sintieron cómodos al igual que yo, luego los apartaron y los llevaron a dormir. Mi único interés era conocerlos y darles lo mejor de mí. Conocí también al padre quien me miraba de forma extraña, pero que en todo momento se portó muy amable conmigo. Después me dijeron que me fuera a dormir y que podía levantarme tarde al día siguiente para recuperarme.
Mi cuarto se encontraba en la parte de abajo de la casa, junto a la sala de deportes. Estaba muy bonita su decoración y en condiciones de extrema pulcritud. Todo olía rico y me habían puesto varios regalos por toda la habitación: jabones, dulces y flores. Me sentía muy bendecida de haber sido elegida por una familia tan increíble.
Al día siguiente me comían las ansias por convivir ya con los niños pero ya los habían llevado a la escuela. Pasé el día con la mamá. Me indicó todo lo que debía hacer, cómo funcionaba la casa (todo con tecnología inteligente "Smart") y cómo debía cuidar de la pequeña. Por fin llegó la hora de buscar a los niños. En el coche, antes de llegar a la escuela, me ofreció una toallita desinfectante para limpiarme las manos y una pastilla de menta. En cuanto vi a los niños, ellos interactuaron pronto conmigo, me platicaron lo que hicieron durante el día y la pequeña me regaló sus dibujos. No hice más que jugar con Miley y platicar con Julien. Todo iba de maravilla con la familia. Todo era de colores en mi vida con los niños.
Los primeros días se pasaron rápido. La mamá siempre me acompañaba a buscar a Miley. Hasta ese momento nunca me pidieron pepararles de comer, ni bañarlos, ni dormirlos y antes de comer estaba obligada a lavarme las manos. Yo me dispuse a aprender rápidamente los caminos hacia sus escuelas y las actividades que debía hacer con ellos. El pueblo quedaba muy lejos de la ciudad principal así que debía aprenderme varios trayectos y los vecinos no estaban muy cerca de la casa. Yo me sentía muy cómoda con ellos y la familia al parecer conmigo también. La navidad ya se acercaba y pronto recibiríamos la visita de los padres de la mamá.
Continuará...