Gratitud, el conejito con manchas verdes

30.06.2015 23:45

por Sarahi Fuster

"No puedo encontrar el conejo con las manchas verdes. Es el único que me falta. Dicen que está agotado, pero no seré feliz hasta que lo tenga", escuché decir muy agobiada y frustrada a la señora que venía sentada junto a mí en el metro. A la parada siguiente, en Balderas, todos bajamos en contracorriente a un ciego que luchaba por subirse antes de que las puertas cerraran. Por cierto, la señora que añoraba completar su colección con el conejo de manchas verdes, no reparó ni un segundo en dejar entrar al ciego, creo que ni siquiera se percató de él, al parecer a todos nos veía con cara de conejos con manchas verdes.

¿Cuántas veces no hemos añorado tener algo para luego ser felices? Y con esta pregunta quiero comenzar con este artículo que traía entre el cerebro, la lengua, los ojos y los dedos (bueno, por fin salió).

Justo hace unos días me sorprendí a mí misma quejándome porque mi fleco no se veía bien, así que pasaba unas cuatro veces por minuto por el espejo para acomodarlo (sin exagerar), cuando por fin caí en la cuenta de que, aunque se hacía del otro lado del que yo no quería que se hiciera, allí estaba, tan florido y gritando ser amado por mí misma (aunque sea que estuviera como gallito feliz). En verdad estamos cegados por nuestras ambiciones, a veces, por algunas muy absurdas (como mi fleco), tanto que nos hacen perder de vista lo que tenemos a nuestro alrededor. Estamos tan inmersos en "eso" que deseamos y queremos que nos cegamos a las dichas que nos da con tanto amor nuestro Padre Dios. Solemos olvidarnos de que tenemos comida las 24 horas del día disponible en nuestro refri; olvidamos que tenemos una cama y unas cobijas para taparnos; tenemos lagunas mentales hacia el hecho de que poseemos todas nuestras extremidades y aún así, a veces, ni siquiera queremos pararnos a dar el asiento a los necesitados. Yo me pregunto si vale tanto la pena esperar a ser felices hasta que "consigamos nuestro conejito con manchas verdes que falta en nuestra colección".

El fin de semana que di un recorrido por el centro, de verdad me sorprendí al ver a tantos jóvenes hombres llenos de tanta energía para luchar por una causa que no tiene un efecto positivo para la sociedad, que además son una minoría, sí los homosexuales (ya se que me quieren apedrear), pero ver a tantos hombres reunidos por exigir que les validen "lo invalidable" habla mucho de nuestra falta de gratitud. Ustedes dirán que qué tiene que ver una cosa con la otra. Pues bien, resulta que todo ese porcentaje de hombres y mujeres homosexuales representa a una gran cantidad de personas insatisfechas por "su propio género" y eso habla mucho de la sociedad en la que vivimos hoy en día. Utilizamos nuestros propios cuerpos para hacer cosas que no sirven para nada. Cuando vi a todos esos hombres intentando caminar como mujeres, traté de visualizarlos utilizando los grandes músculos, de los cuales se jactan, para arar la tierra, para trabajar por hacer grande a su propia nación, trataba de imaginarlos besando a una mujer y teniendo la valentía de llevarla al altar y hacerse responsables de engendrar una nueva vida con una mujer como debe ser. Nos rechazamos a nosotros mismos, somos intolerantes al papel que se supone debemos hacer en este mundo, tan simple, pero que hemos complicado tanto con nuestras muchas ambiciones sin dirección más que hacia nuestro ego y hacia una muy certera confusión acerca de nuestra propia existencia en el mundo.

Bueno ¿qué significa ingratitud? Según el DRAE, ingratitud es el olvido o desprecio de los bienes recibidos. Mmmm esto me hace pensar que incluso, para quienes son ateos, la gratitud es importante. ¿Qué sucede cuando no agradecemos? Yo puedo pensar que cuando no agradezco es porque simplemente algo no me interesa, o no me place, no me llena; por lo tanto, siempre voy a estar en busca de más. No es un conformismo hacia la vida, sino hablo de valorar lo que nos rodea, de ser más perceptivos hacia lo que ya tenemos, eso nos hace amar la vida en todos sus aspectos, y para los que somos creyentes, amar a Dios sobre todas las cosas.

La gratitud nos ayuda a crecer porque así abrimos los ojos para actuar y no para seguir pensando y fantaseando sobre lo que no existe y que es muy probable que, aunque lo consigas, después ya no valorarás. Así también lo veo en las nuevas generaciones de mujeres y hombres. Por un lado las mujeres siempre compitiendo por ver quién es más bonita que quién, quién atrae más que quién y mientras más desnudas mejor; mientras los hombres idealizan a mujeres bellas, llenas de maquillaje, medio desnudas, con los senos operados y llenas de banalidad en el cerebro (por supuesto originado por nosotras mismas como mujeres), sin mencionar a los que sin satisfacerse con una mujer, también desean a un hombre que irónicamente se cree mujer.

Ya no nos basta con defender nuestros derechos humanos concedidos por Dios mismo, sino que luchamos por causas que sólo ocupan a minorías y que además son indefendibles, como el aborto. Somos capaces de llegar a luchar por los derechos de los pedófilos (ya falta poco). Ojalá todos se detengan un minuto de lo que estén haciendo y den un vistazo a su alrededor, van encontrar que tienen un hogar, que hay cientos de personas allá afuera trabajando por producir nuestro alimento, que hasta la más mínima mosca ayuda a que nuestro ecosistema siga sobreviviendo (ya sé que exageré). Dejemos de quejarnos por lo que no tenemos y empecemos a dar gracias por lo que tenemos, inmediatamente van a sentir un golpe de energía en el corazón, será como renacer de la oscuridad. Si creen en Dios, vuelvan los ojos a Él y griten con todas sus fuerzas que le agradecen por cada minuto de vida que nos da, pues eso nos da la oportunidad de seguir creciendo y aprendiendo, de hacer y deshacer.

Dejemos de ser títeres de quienes sean que nos quieran controlar, y seamos más conscientes de lo que somos en verdad. Luchemos por lo que en verdad vale la pena, tan sólo hay que mirar alrededor para actuar. Yo sé que lo que vale la pena es muy subjetivo, pero creo que todos los que tenemos la capacidad de razonar, sabemos muy bien lo que se necesita hacer, lo que hay que dar para llenar carencias, lo que hay que cambiar para evolucionar y lo que hay que aprender para enseñar.

 

"Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido" Ro 1:21

Foto: tuve que buscar al bendito conejo de manchas verdes, mmm