El silencio de la vida
por Sarahi Fuster
Me senté al filo de la banqueta. La hora... no estoy segura, al parecer la falta de ruido indicaba que era ya de madrugada. Alguno que otro coche pasaba veloz y ansioso por llegar a casa, o tal vez a ningún lugar. El sonido melancólico de una guitarra y un saxofón se escuchaban a lo lejos, casi parecía que su melodía se entrelazaba con el mudo y espantoso ruido de la nada. El concreto azotaba mis piernas y mis pies, como un gran témpano de hielo en la antártida...no importaba, esa melodía era más que todo en ese instante. Aún quedaba el eco de las risas, los enojos, los gritos, las lágrimas, las angustias, las emociones...todo aún seguía allí tan vivaz como lo fue en su momento. Un suspiro me arremolina, dos me suavizan, tres y cierro los ojos. Los abro y sigo allí, en medio de una calle desértica acompañada de la melodiosa mezcolanza entre la nada y el todo. El ansia por regresar el tiempo y haber hecho algunas cosas de otra manera viene y va...al final así fue y así siempre será, me resigno. No, no cambio nada, ni siquiera un segundo de lo que ha pasado, así, tal cual es lo acepto, con todo y sus consecuencias, así fue el pasado. Hay quienes dirían que suena triste y melancólico, yo no lo creo, a todos nos pasa. Qué curioso, ahora no tengo nada, sólo a mí misma...a mí misma con mis pensamientos. Si los callo, si los suprimo, sólo soy yo aquí sentada meditando acerca de lo que hubiera sido y no fue, lo que ya fue y es. Tristeza, no, no lo creo de nuevo...esperanza de lo que vendrá, tal vez. Se escucha una voz a lo lejos, la puerta se abre, el sonido regresa, la melodía se vuelve más clara. Regreso a la luz, regreso a la vida.