El presente (¡Feliz año!)
por Sarahi Fuster
Esta mañana mi madre me dijo "creo que deberías ser más alegre", por su puesto no esperaba más con la cara de espanto con la que había amanecido, entonces me di cuenta de que este año se había reducido a esa frase milimétrica de tiempo. No soy muy afecta a festejar el hecho de que cambiamos de año o a decirle adiós al año viejo, no precisamente por pesimismo ni por ir en contracorriente, sino porque se me hace que es como festejar que una flor nazca en primavera. Solemos creer que al festejarlo el pasado se irá (no sé a dónde) y que el futuro sólo trae momentos buenos (cual buen augurio), pero ¿y el presente? Pienso yo que nos olvidamos mucho de nuestro presente y la razón es que pensamos mucho y actuamos poco, deseamos mucho y vivimos poco. Mucho me he preguntado si esa es la razón por la cual mi madre me dijo eso esta mañana. A lo mejor, a veces me encuentro tan inmersa en mis pensamientos que, sin darme cuenta, muero por instantes.
El presente dura tan poco que ni siquiera podemos saber qué es en verdad, así que preferimos esperar a que se acabe el año para comenzar de nuevo, como un rayo de esperanza al final del túnel ¿pero cuál túnel? ¿la vida? Si Dios fuera visible me gustaría ver sus reacciones hacia nuestro comportamiento como cuando Jesús dijo "Dios, perdónalos porque no saben lo que hacen".
A lo mejor Dios creó el dolor para recordarnos el presente, o la risa, porque cuando hay risa, dolor o llanto no piensas en nada más que en eso. Hace unos años leí el libro de El secreto (¿quién no lo ha leído?) y, la verdad, lo mal interpreté por completo, en uno de mis intentos por saber qué era vivir el presente intenté aplicar el supuesto "poder de la intención" del cual habla página tras página el libro, así que, un día que fui con mi familia a un restaurante, fijé mi vista en una charola de pan que iba cargando una mesera y pensé (como tipo película de Carrie y entrecerrando los ojos) "que se le caiga la charola, que se le caiga" y ¡pum! que se le cae, fue tanto mi miedo de pensar en lo que podíamos ser capaces de hacer cuando deseamos el mal que, la verdad, decidí olvidarme de todo ese rollo mental de "tirarle las cosas a la gente sólo porque se te pega la gana". Hablando más en serio, descubrí con el paso de los años que la magia mental no existe, o al menos no como la magia del mago Merlín, quizá lo que sucedió esa vez con la mesera había sido sólo casualidad, y finalmente me di cuenta de que ése no era el presente, desear cosas o situaciones todo el tiempo, fantasear sobre lo poco probable e intentar cambiar el pasado en definitiva no es el presente.
Dios este año me dio una gracia muy hermosa, además de todas las demás que siempre me da, todo el tiempo (por las cuales jamás terminaría de agradecerle), este año me dio la bendición de convivir con niños y aprendí que la sonrisa que ellos te dan a cambio de nada es el presente; cuando tocan tu nariz para descubrir cómo se siente, eso es el presente; o como cuando con sus deditos te jalan los botones del suéter para ver qué pasa, sí, en definitiva es el presente. Observarlos hacer sus locuras es vivir. Pensar como ellos es el presente. ¡Benditos niños, qué bonita manera de vivir el presente!
El día que entendamos que sólo está en nosotros la voluntad de cambiar, de ser mejores, de compartir, de sonreír, de vivir tal como los niños lo hacen creo que entenderemos la vida y, por supuesto, el bendito presente.
¡Gracias Dios, por tan grande regalo!...Que tengan un muy feliz año hoy y todos los días.