El miedo

08.08.2011 16:41

 

Por Sarahi Fuster

     Recuerdo la primera vez que fui a pedir trabajo, cuando salí de la universidad no podía pensar en otra cosa más que en trabajar. Después de pensar en algunos lugares, encontré finalmente el que yo quería: el aeropuerto. Cuando fui a pedir trabajo a las aerolíneas, me sentía contenta y segura de que en alguna me aceptarían; sin embargo, no había pensado en la entrevista. Después de unos días, la aerolínea Air France me habló para la dichosa entrevista. Me puse mis mejores galas y llegué. Cuando estaba esperando afuera de la oficina sentía que el sudor me salía hasta de los lugares más recónditos del cuerpo y fue peor cuando me dijeron que la entrevista sería tanto en inglés como en francés. En realidad tenía miedo de equivocarme, temía que todos mis años de estudio se desvanecieran en ¡minutos! Al entrar a la oficina, había cinco ejecutivos franceses y mexicanos sentados en una mesa circular, al sentarme puse mis manos abiertas en la mesa, no sabía si reír, llorar o salir corriendo. Cuando empezó la entrevista, respiré profundo y comencé a contestar las preguntas, el miedo iba desapareciendo poco a poco y al final hasta terminaron riéndose de algunos chascarrillos que hice. Al finalizar la entrevista, cuando quité las manos del escritorio, las cuales nunca levanté, se quedó la huella del sudor impresa. Por fortuna, después me llamaron para que entrara a trabajar.

    ¿Qué hubiera pasado si hubiera salido corriendo? ¿Qué hubiera pasado si hubiera dejado que mi temor tomara el control? Jamás me habrían contratado y en el peor de los casos jamás siquiera habrían pensado en mí para nada.

    El miedo es un sentimiento normal en el ser humano, gracias a él podemos evitar que nos sucedan accidentes, como no tocar el fuego, no aventarnos por precipicios o lastimarnos a nosotros mismos. Por otro lado, el miedo puede ser un arma letal que mata hasta al más valiente de los valientes, pero ¿de dónde nace el miedo?

    Por lo general, cuando deseamos algo o amamos a alguien siempre surge el miedo, no hay nadie en el mundo que no lo experimente. El miedo viene pegado al deseo y al amor. En mi anécdota de arriba, mi deseo era entrar a trabajar a la aerolínea, por lo tanto, tenía miedo de fracasar en el intento. En el amor, cuando sientes algo por alguien, ya sea familia, amigos o pareja, temes perder a ese alguien.

    Las reacciones que tenemos químicamente en el cuerpo ante el miedo nos dejan prácticamente inmóviles: el corazón palpita con más velocidad, las pupilas se dilatan, y se producen tres hormonas: la adrenalina, la noradrenalina y los corticoides. Los últimos impiden que se conecten las neuronas entre sí (la sinapsis) y, por lo tanto, se daña por completo la creatividad.

Consejos

    La vida está hecha de cambios y de experiencias nuevas porque jamás se detiene, el quedarnos estáticos para que nada pase sólo nos traerá una vida monótona y rutinaria, sería un tanto como estar muertos en vida. Ante los cambios drásticos que nos da la vida, hay que enfrentarse a ellos aún si se tiene miedo. Al hacer algo, seguro se van a cometer errores, pero son esos errores los que nos hacen aprender. Ahorita me viene a la mente algo que me dijo mi amiga Andrea hace poco “si te equivocaste, aprende y arriésgate de nuevo; si te equivocas de nuevo, aprende de nuevo; y si te vuelves a equivocar, ni modo, vuelve a aprender”, así es la vida.

    Hay que saber identificar el origen de nuestro miedo, por lo general lo encontramos en la motivación para hacer algo. Por ejemplo, cuando nos decidimos a bajar de peso, nuestra motivación podría ser que nos quede bien el traje de baño que usaremos para ir a la playa, nuestro miedo entonces será que cuando nos pongamos el traje se salgan lonjitas por lugares indeseados. Otro ejemplo podría ser cuando nos proponemos sacar diez en un examen y nos da miedo reprobar. O como cuando te propones hacer mejor que nunca las cosas en una nueva relación, pero te da temor que suceda lo contrario y pierdas a tu pareja.

    Asimismo debemos enfrentarnos a los miedos “exagerados” y me refiero a los miedos que nosotros, con nuestra cabecita, dramatizamos más. Por ejemplo cuando a los niños se les advierte que si se portan mal el coco se los va a comer, ellos tienden a imaginarse más allá de lo que es real. O con los adultos, cuando se enamoran de alguien y todo va viento en popa, pero muy en sus adentros imaginan cosas catastróficas que podrían pasar en la relación, como que envíen a su pareja a un viaje a Marte (lo cual sería muy poco probable).

    En fin, lo importante es que sepamos que el miedo existe y que jamás lo haremos desaparecer como por arte de magia porque somos humanos y es normal que lo tengamos; no obstante, hay que saber manejarlo de la mejor manera posible para que podamos continuar con la vida sanamente y con muchas ganas.

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (Juan 5:4)

“No es más valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo” (Nelson Mandela)

“En el amor no hay temor sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor” (Juan 4:18)