El ego

11.07.2011 15:17

 Por Sarahi Fuster

Antes de escribir este artículo, mi primer duda fue sobre el significado del “ego” y me vinieron varias palabras a la mente como “egoísta”, “ególatra”, “egocéntrico”, “egotismo”. Cuando las pensé, estas palabras me evocaron un sentimiento enaltecedor, pero desde un punto vista negativo. Para ser más precisa, la palabra ego, según el diccionario de la Real Academia Española tiene dos acepciones: 1) prurito de hablar de sí mismo; 2) en psicología es un sentimiento exagerado de la propia personalidad. Después de leer las acepciones en seguida pensé en las miles de veces que he llegado a hablar de mí misma con las personas sin dejarlas decir una palabra.

Para ser aún más clara, el ego no es una palabra que designe una cualidad o virtud de una persona, al contrario, el ego nos habla de una persona que se considera Dios mismo. ¿Cuál es entonces el comportamiento de una persona con ego? Bueno, pondré un ejemplo: los invitan a una fiesta, se arreglan, se ponen guapos o guapas, se ponen el perfumito, los mejores zapatos, etc., etc. Cuando llegan a la fiesta, saludan a todo mundo, platican por aquí y por allá y de repente llega un tipazo con lentes oscuros (cuando la luz está apagada y es de noche), playera pegada o mejor dicho embarrada, pantalones que parecen mayas y con un olor a perfume que llega hasta el otro lado de la calle. Llega a saludarlos y empieza a decir:

“¿Qué están tomando?, o sea ¿por qué tan aguados?, yo me estoy tomando un whiskey para alivianar el asunto y festejar la party, además hay que brindar porque hoy hice 1000 lagartijas y 3000 sentadillas en el gym, además me acabo de comprar mi super coche del año, es un Mustang y vean a la vieja que me cargo, o sea ¡super guapa!, pero bueno, nos vemos porque mucha gente por allá me espera a que la salude, ¡ciao!”.

Inmediatamente de que el “tipazo” se va, los pobres con los que platicó, se quedan plasmados, viéndose unos a otros y sin pío de palabra. Ustedes seguramente pensarán ¿qué hay de malo en ese comportamiento?, “es el típico comportamiento de alguien que sabe cómo obtener lo que quiere”, lo cual es por completo un error, obtienen lo que quieren, pero dañando a mucha gente a su alrededor y eso no es lo que Dios quiere que hagamos, al contrario, debemos hacer las cosas para hacer un bien al mundo. Por infortunio, las personas que son ególatras toman sus decisiones con base en lo que ellos piensan y sienten, pues creen que son “el centro del universo”. No quiero decir, que yo sea perfecta y que jamás lo haya hecho, de hecho hay varias maneras de profesar la egolatría, incluso desde las más sencillas como cuando vamos manejando y no dejamos que el de al lado se pase a nuestro carril.

El primer mandamiento de Dios fue “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3), cuanto menos considerarse uno mismo como tal. Dios es el único que puede gobernar en nuestras decisiones, en nuestra vida y en nuestro destino. La gran mayoría de nuestros errores los cometemos porque pensamos y confiamos en nuestras propias creencias, dejamos de ser humildes, dejamos de escuchar a los demás, pero sobretodo dejamos de escuchar a Dios, y nos encerramos en nuestra única razón, hasta que caemos y nos damos cuenta de que nuestro “yo interior” no tuvo la respuesta, sino Dios.

Cuando el ser humano deja de lado el ego, pone más atención a su alrededor, valora más lo que tiene, las personas con las que convive y lucha pero con la ayuda de Dios, pues es Él el que da la victoria. Otro hecho que demuestra el ego es la falta de perdón tanto a otros como a nosotros mismos. El resentimiento hacia otras personas demuestra la importancia que nos damos a nosotros mismos, poniéndonos en el papel de omnipotentes y de tener la razón y le verdad absoluta, cuando el único que la tiene es Dios, además de que creemos que el hecho de no perdonar es un tipo de “venganza” hacia la otra persona; sin embargo, lo único que hacemos es hacernos daño a notros mismos.

De nuevo, quiero comentar que, no escribo este tema para que nos hagamos perfectos, sino para que razonemos y analicemos nuestras actitudes, yo sé que jamás vamos a alcanzar la perfección, de hecho no se puede, la mayoría de las veces, para aprender y asimilar muchas cosas, no basta con leer, sino que es necesario caer en el error o vivir la experiencia.

Hace poco leí un dato curioso acerca de la biblia, el versículo que está justo a la mitad es el Salmo 118:9, que dice “mejor es confiar en Jehová, que confiar en príncipes”.