La naranja cristalizada/l'orange confite

01.06.2016 19:51

por Sarahi Fuster

Nunca he creído en fetiches, ni en amuletos para la buena suerte. Creo que los objetos pueden hacerte recordar los caminos que debes seguir y a los que debes llegar, las personas que pasaron en tu vida y porqué pasaron en ella.

Dicen que los sueños no son más que representaciones de nuestras experiencias ya vividas, impregnados de cosas y situaciones sin sentido, de premisas ilógicas. ¿Y si en realidad tuvieran sentido, un significado, y si fueran realidad?.

Todo comenzó un día en el que mis ganas por comer dulces mexicanos me llevaron a caminar hasta el mercado de artesanías. El olor tan representativo de la madera y los materiales que se usan para fabricar alebrijes y joyeros de olinalá, sombreros de paja y piñatas, me hacían recordar mi origen, aunque también la relación que hallaba entre esos olores y los dulces regionales. Había un extraño símbolo que se vendía en varios de los locales. Yo me decía que éste no tenía nada que ver con las artesanías mexicanas; sin embargo, atraía mi atención. Se encontraba disponible en varios colores y en distintos tamaños.

El sol estaba en todo su esplendor aquel día. Yo estaba muy cansado como para seguir caminando, tan cansado que resolví irme a dormir a una banca que se encontraba en uno de los corredores del mercado. Mi cansancio era tal que sólo me había enfocado en la banca y no en lo que la circundaba. Las personas caminaban a mi alrededor con sus artesanías en las manos, el olor y los ruidos comenzaron a desvanecerse. Un olor penetrante a naranja cristalizada invadió mi olfato y mi entorno hasta que caí en un lugar sin suelo. No concebía entender cómo es que aún podía caminar en algo que no sentía, en un suelo inexistente. De pronto apareció un arcoíris que surgía de un charco de agua violeta. Yo seguía caminando en el aire y aún continuaba con ganas de comer dulces mexicanos. El olor a naranja cristalizada me inspiraba a seguir caminando y al mismo tiempo estaba intrigado por la repentina aparición del arcoíris. Justo cuando todo se volvió en total confusión, una personita apareció a lo lejos, no podía distinguir quién era pues estaba demasiado lejos. En cuestión de segundos ella ya estaba frente a mí, era una niña con una naranja cristalizada en sus manos. Un instinto misterioso me llevó a hablarle.

- ¿Me darías un poco de esa naranja? Tengo hambre y no sé dónde estoy. Si me ayudas te llevaré al interior del arcoíris -, le dije no creyendo en mis propias palabras y acciones. Lo único que deseaba era morder aquella naranja.

- ¿Sabías que no es bueno chantajear a las personas para obtener lo que deseas, mucho menos a un niño? -, dijo la niña con voz serena y sabia.

Tenía tanta razón que me sentí avergonzado y corrí hacia el arcoíris, salté en el charco violeta y vi algo increíble. Primero el color amarillo que me mostraba el camino a las estrellas. Luego vi el verde que me mostraba el camino a un bosque. Finalmente, el color rojo, ese color rojo, ni siquiera puedo pronunciar tal visión. En él había seres extraños que sonreían con mirada vacía, llevaban puesto un overol de mezclilla, todos tenían apariencias distintas pero la misma sonrisa vacía. Los seres extraños me llamaban para mostrarme el camino a un lugar inhabitado y poco atractivo. Lo desconocido de ese lugar, por una parte, llamaba mi atención, tanto que mis pies comenzaron a caminar como con vida propia. Yo tenía miedo.

Antes de que uno de aquellos seres tomara mi mano, la niña hizo aparecer el color rosa en el arcoíris y puso la naranja de cristal en mi mano derecha. Conseguí tomar el control de mis pies y correr con la niña agarrada de mi mano izquierda. Salimos del charco violeta y del arcoíris. El suelo comenzó a aparecer formando un camino pedregoso que llevaba a una casita hecha de naranja cristalizada. En la puerta de la casita estaba un símbolo. Me detuve, pero la niña siguió caminando y logró jalarme del brazo para no detenerme. Entramos a la casa. El olor era increíble. El azúcar se desparramaba del techo, las sillas estaban hechas de canela al igual que los muebles. En el centro de la mesa había un florero de caramelo con flores hechas con almendras. Yo aún seguía con la naranja en mi mano. La niña colocó una silla frente a mí para que me sentara y escuchara lo que iba a decir.

- El símbolo que está en la puerta es un atrapasueños. Las tribus indias de Ojibwa los usaban para espantar las pesadillas de los niños -, me explicaba la niña mientras veía el amuleto.

Yo no hice más que escucharla y observarla. Tenía el cabello rizado en bucles, sus ojos expresaban la madurez de una mujer de cuarenta años. Llevaba un vestido color turquesa, largo, con mangas de encaje. Corrió a la puerta para desprender el atrapasueños, lo colocó adentro de la naranja cristalizada, me dio un beso en la nariz y me dijo:

- ¡Despierta!

Abrí lentamente los ojos y lo primero que vi fue un atrapasueños que colgaba sobre mí. Al parecer la banca en la que me había quedado dormido estaba bajo un puesto de atrapasueños. Sentí unas manos sobre mis hombros. Volteé hacia atrás para ver quién las ponía y para mi sorpresa era la niña de mis sueños.

Me dijo con voz amable que me quitara de la banca pues a ellos les servía para poner las naranjas cristalizadas recién salidas del horno.

- Me parece que necesitarás fuerza para regresar a casa. Toma esta naranja, va por cuenta de la casa -, me la ofreció sonriendo dulcemente.

Era la experiencia más extraña y misteriosa que jamás me había sucedido. Y lo que estaba por suceder era escalofriante y a la vez fantástico. Al morder la naranja sentí entre mis dientes algo extraño. Jalé con mis dedos el objeto y vi que era un atrapasueños. Seguí caminando hacia la puerta de salida adornada por un arco con ladrillos rojos. Partí un pedazo de la naranja aún caliente del horno. El azúcar del exterior aún estaba fresca y el olor era inigualable. Lo saboreé, cerré los ojos y recordé el arcoíris. Al abrirlos vi que en el suelo había unas líneas pintadas en amarillo, verde y rojo. Me pregunté si debía seguir alguna de las líneas, pero recordé que en mi sueño el color que había escogido había sido el rosa y en el suelo no había tal color. No podía creer que los elementos que estaban en mis sueños existían en la realidad, jamás los había visto y ahora sólo estaban allí frente a mí. Me quedé parado esperando saber qué podía hacer o si de casualidad hallaba el color rosa a mi alrededor. Como no sabía qué hacer, el color rojo, de una manera extraña atraía mi atención, me hacía pensar que tal vez se asemejaba al rosa, así que puse un pie sobre la línea, y vi que nada pasaba, luego el otro pie y entonces un hombre vestido con un traje café, derruido por el pasar de los años y con un portafolio negro entre sus brazos, se acercó a mí para ofrecerme lo que había dentro de su portafolio. Lo abrió y no había más que palomillas y cucarachas caminando por todo el rededor de la maleta y entre sus manos. Retrocedí rápidamente hasta que salí de la línea roja y volví al punto en el que estaba, en donde debía escoger entre las líneas. El hombre, tal cual como sucede en la realidad y no en los sueños, por supuesto, no desapareció, sino que me siguió para insistirme en ver la maleta. Pronto una joven salió del mercado para espantar al hombre.

- No te preocupes, lo hace todo el tiempo, tiene problemas mentales. Piensa que lo que hay en la maleta  son los papeles de una casa de azúcar en las montañas. Créeme, ya he tenido la curiosidad de ver lo que hay dentro de la maleta y no hay nada, salvo lo que el piensa que hay, y las polillas y cucarachas -, me decía sin mirarme sosteniendo una bandeja de naranjas cristalizadas en su mano.

Cuando le sostuve la mirada por unos minutos ella por fin me miró. Sus ojos eran iguales a los de la niña de mis sueños. Tenía un aire gentil y a la vez de seriedad. No podía descifrar si estaba enojada o sólo aburrida. Cuando le sonreí, ella me sonrió igualmente, y fue allí cuando me di cuenta de que en realidad era muy sencilla y sincera.

- Te ofrecería comprar una naranja cristalizada, pero veo que ya tienes una en las manos, que por cierto se te está deshaciendo

- Muchas gracias por salvarme de ese hombre. Disculpa que esté tan distraído, es sólo que me espantó mucho ver la maleta con insectos

- No te preocupes. Lo pude ver con mis propios ojos. Toma esta tarjeta ,- me la extendió al mismo tiempo que sonreía. La tarjeta contenía la información de otra tienda que se encontraba del otro lado de la calle, su color era rosa.

- Así que era este el camino que debía seguir. Éste es el camino rosa -, pensé en voz baja. Atravesé la calle y llegué a la tienda. La niña que se encontraba en el puesto de naranjas del mercado salió a recibirme. Tan pronto entré, la niña me dijo al oído:

- Sé que encontraste el atrapasueños dentro de la naranja

La miré extrañado y le dije que sí.

- Bueno, ahora sabes uno de los secretos de la vida

- ¿Uno de los secretos de la vida? No te entiendo ¿A qué te refieres? ¿Hablas de los sueños?

 

- Sí. Ahora ya lo sabes -, me sonrió con mirada de complicidad y me guiñó el ojo.

 

Traduction en français

L'orange confite

par Sarahi Fuster

Je n’ai jamais cru au fétiches, ni aux porte-bonheurs. Je pense que les objets peuvent te rappeler les chemins que tu dois suivre et aux ceux où tu dois arriver, les personnes qui sont passées dans ta vie et pourquoi elles sont passées.

On dit que les rêves ne sont que des représentations de nos expériences déjà vécues, imprégnés des choses et des situations sans sens, des prémisses illogiques. Et si en réalité ils avaient un sens, une signification, et si ils étaient réels ?


Tout à commencer un jour où une envie de manger des bonbons mexicains m'a fait marcher jusqu'au marché d'artisanats. L'odeur si représentatif du bois et les matières utilisées pour fabriquer des alebrijes et des bijoutiers d'olinalá, des chapeaux de paille et des piñatas, me faisaient penser à mon origine, et aussi au rapport que je trouvais dans ces odeurs et les bonbons mexicains. Il y avait un symbole étrange vendu dans des plusieurs locaux du marché. Je me disais que ce symbole ci n'avait rien avoir avec les artisanats mexicaines, néanmoins, il attirait mon attention. Il était disponible en plusieurs couleurs et en différentes couleurs.

Le soleil brillait très beau dans le ciel ce jour là. J'étais très fatigué comme pour continuer à marcher, si fatigué que j'ai fini par aller dormir dans une banque qui était dans un couloir du marché. La fatigue était telle que je ne faisais que regarder la banque et pas ce qui l'entourée. Les personnes marchaient autour de moi avec ses artisanats dans les mains, l'odeur et les bruits ont commencé à s'évanouir. Un odeur à orange confite a envahit mon odorat et mon entourage jusqu'à ce que je suis tombé dans un lieu sans sol. Je ne pouvais pas concevoir comment est-ce que je pouvais encore marcher sur quelque chose que je ne sentais pas, sur un sol inexistant. Tout d'un coup un arc-en-ciel est apparu, il émergeait d'un flaque d'eau violet. Je continuais à marcher dans l'air et avec une énorme envie de manger des bonbons mexicains. L'odeur à orange confite m’inspirait à continuer à marcher et en même temps j'étais intrigué par la soudaine apparition d'un arc-en-ciel. Juste quand tout est devenu une complète confusion, une petite personne est apparue de loin, je ne pouvais pas distinguer qui était car elle était très loin de moi. En question des seconds, elle était déjà devant moi, elle était une fille qui portait un orange confite dans ses mains. Un instinct mystérieux m'a fait lui parler.

- Est-ce que tu pourrais me partager un peu de l'orange ? J'ai faim et je ne sais pas où je suis. Si tu m'aide je t'emmènerais dans l'arc-en-ciel -, je lui ai dit sans pouvoir croire en mes propres mots et actions. La seule chose que je souhaitais c'était de mordre l'orange.

- Tu sais que ce n'est pas bien de faire chanter les personnes pour obtenir ce que tu souhaites, et surtout pas un enfant? -, la fille a dit avec une voix calme et sache.

Elle avait raison, je dois dire, j'avais honte et je suis couru vers l'arc-en-ciel, j'ai sauté dans le flaque d'eau violet et j'ai vu une chose incroyable. D'abord la couleur jaune qui me montrait le chemin aux étoiles. Après j'ai vu la couleur verte qui me montrait le chemin dans une forêt. Finalement, la couleur rouge. Mais quelle couleur rouge ! Je ne peux même pas prononcer telle vision. Dans la couleur il y avait des êtres étranges qui souriaient avec une regarde vide. Les êtres étranges m'appelaient pour me montrer le chemin vers un lieu inhabité et peu attractif. Ce qui était inconnu de l'endroit, dans un côté, attirait mon attention, tel que mes pieds ont commencé à marcher comme avec une vie propre. J'avais peur.

Avant d'être pris par ces êtres, la fille a fait apparaitre la couleur rose dans l'arc-en-ciel et a mis l'orange confite sur ma main droite. J'ai réussi à avoir le control de mes pieds et j'ai couru avec la fille prise avec ma main gauche. On est sorti du flaque d'eau violet et de l'arc-en-ciel. Le sol a commencé a apparaitre en formant un chemin rocailleux qui emmener à une maison faite en orange confite. Dans la porte il y avait un symbole. J'ai fait un stop, mais la fille a continué à marcher et elle m'a pris par le bras en tirant pour ne pas m'arrêter. On est entré dans la maison. L'odeur était incroyable. Le sucre coulait du toit, les chaises étaient faite de la cannelle ainsi que les meubles. Au centre de la table il y avait un vase au caramel avec des fleures faites en amandes pralines. Je continuais avec l'orange dans ma main. La fille a placé une chaise devant moi pour m'assoir et écouter ce qu'elle voulait me dire.

- Le symbole qui est dans la porte est un capteur de rêves. Les tribus indiennes d'Ojibwa les utilisaient pour épouvanter les cauchemars des enfants -, la fille m'expliquait en tant qu'elle regardait le porte-bonheur.

Je n'ai fait que l'écouter et l'observer. Elle avait les cheveux en boucles, ses yeux montraient la maturité d'une femme de 40 ans. Elle portait une robe turquoise, longue, avec des manches dentelle. Elle a couru vers la porte pour détacher le capteur de rêves, elle l'a placé dans l'orange confite et m'a fait un bisou sur le nez, ensuite elle a dit :

- Réveille-toi !

J'ai ouvert les yeux et la première chose que j'ai vue c'était un capteur de rêves qui pendu sur moi. Il me semble que la banque dans laquelle je m'avais endormi était sous un local qui vendait des capteurs de rêves. J'ai senti des mains sur mes épaules. J'ai tourné la tête pour voir qui était et, à ma surprise, la fille de mes rêves était là, derrière moi.

Elle m'a dit avec une voix très douce et gentille de me pousser car la banque servait à mettre les oranges confites du four.

- Il me semble que tu auras besoin des forces pour rentrer chez-toi. Tiens. Prends cette orange, un cadeau de moi pour toi -, elle me l'a offerte d'une manière très douce.

Celle-là était l'expérience la plus bizarre et mystérieuse que je n'avais jamais eu. Et ce qui était pour m'arriver était terrifiant et à la fois merveilleux. Après mordre l'orange j'ai senti quelque chose dans la bouche. J'ai tiré avec mes doigts l'objet et c'était un petit capteur de rêves. J'ai continué à marcher vers la porte qui était décorée par un arc en briques rouges. J'ai coupé un morceau de l'orange encore chaude. Le sucre extérieur était encore frais et l'odeur était inégalable. Je l'ai gouté, j'ai fermé les yeux et j'ai pensé à l'arc-en-ciel. Quand j'ai ouvert les yeux j'ai vu que dans le sol il y avait des lignes peintes en jaune, vert et rouge. Je me suis demandé si je devais suivre une de ces lignes, mais je me suis rappelé que telle couleur n'était pas là. Je ne pouvais pas croire que les éléments dans mes rêves existaient en vrai, je ne les avais jamais vus et maintenant ils étaient là, en face de moi. Je suis resté là en espérant ce que je pouvais faire ou si par hasard je trouvais la couleur rose autour de moi. Comme je ne savais pas quoi faire, la couleur rouge, d'une manière très mystérieuse attirait ma regarde, alors j'ai avancé un pied sur la ligne rouge et j'ai vu que rien se passait, ensuite l'autre pied et soudans un homme en costume beige, usé par les cours des années, et avec un porte-documents entre ses bras, s'est approché à moi pour m'offrir ce qu'il y avait dans le porte-documents. Il l'a ouvert et il n'y avait que des mites et des cafards en marchant par tout le porte-documents et entre ses mains. Je suis reculé rapidement jusqu'à sortir de la ligne rouge et je suis retourné vers le point où j'étais, où je devais choisir entre les lignes. L'homme, juste comme dans la réalité, et pas aux rêves, bien sûre, il n'est pas disparu, il m'a suivi pour m'insister à regarder ce qu'il y avait dans le porte-documents. Une jeune femme est sortie du marché en courant pour fuir l'homme.

- N'aie pas peur, il le fait tout le temps, il a des problèmes de santé mentale. Il croit que ce qu'il y a dans le porte-documents ces sont les écritures d'une maison faite en sucre dans les montagnes. Crois-moi, j'ai eu déjà la curiosité de voir ce qu'il y a dedans et il n'y a que des insectes, et ce qu'il pense qu'il y a -, elle me disait sans me regarder et en portant un plateau avec des oranges confites.

Quand en fin j'ai réussi à capturer sa regarde, elle m'a regardé. Ses yeux étaient les yeux de la fille de mes rêves. Elle avait l'air gentil et à la fois très sérieux. Je ne pouvais pas savoir si elle était fâchée ou juste ennuyée. Je l'ai souri et elle m'a souri également. En ce moment-là, je me suis rendu compte que elle était très sincère.

- Je t'offrirais une orange confite, mais je vois que tu as déjà une dans tes mains, qui est en train de se fondre

- Merci pour m'avoir sauver de l'homme. Je m'excuse si je suis si distrait, j'avais beaucoup peur de voir tous ces insectes

- Il n'y a pas de souci. J'ai pu le voir avec mes propres yeux. Je te donne cette carte -, elle me l'a donné en souriant. La carte avait l'information d'un autre magasin qui était en face du marché, la carte était rose.

- Alor, ce le chemin que je dois suivre. C'est le chemin rose -, j'ai pensé en voix basse. J'ai traversé la rue et je suis arrivé au magasin. La fille du local de capteur de rêves du marché était dans le magasin et elle a couru vers moi pour me recevoir. Quand je suis entré, la fille m'a dit en secret :

- Je sais que tu as trouvé le capteur de rêves dans l'orange

Je l'ai regardé étonné et j'ai dit << oui >>.

- Bon, maintenant tu connais un secret de la vie

- Un secret de la vie ? Je ne comprends pas. Veux-tu dire quoi exactement ? Tu parles des rêves ?

- Oui. Tu le sais maintenant -, elle m'a souri avec une regarde de complicité et elle m'a cligné l'œil.