¿Castidad para qué si puedo tener sexo con quien yo quiera?

26.07.2011 12:30

 

Por Sarahi Fuster

    Este fin de semana me hizo retomar un tema que ya había estudiado hace unos años y al cual me introdujo una persona de religión católica, pero que en la actualidad es un tema evitado por ser considerado en extremo conservador, religioso y represor de la libertad.

    El sábado estuve platicando con un amigo y cuando tocamos el tema de su novia me preguntó: “¿qué diferencia hay entre vivir juntos siendo novios y casarse?, ¿qué es el matrimonio?” a lo que afirmó el mismo: “la diferencia que encuentro yo es que en el matrimonio sólo firmas un papelito, o bueno, cuanto te casas viene una responsabilidad”. Yo intenté explicarle que el matrimonio comprendía un compromiso y claro, una responsabilidad, pero me quedé con la espinita, porque mi explicación no fue del todo clara y fundamentada.

    A cuántos de nosotros no nos ha pasado que cuando conocemos a alguien creemos que es el amor de nuestras vidas, pero ¿realmente es amor lo que sentimos o más bien sólo nos atrae por instinto carnal?

    Pondré un escenario: una chica muy guapa (cinturita, senos grandes, caderas anchas, cara bonita, cabello largo, sonrisa cautivadora) entra a trabajar a un lugar. En ese lugar trabaja un chico guapísimo (musculoso, alto, bien proporcionado, cara bonita, simpático, galán) que se cree el galán de galanes y se entera de que esta chica guapa acaba de entrar. Un día pasa por su lugar, los dos se ven y se atraen. A la semana de conocerse deciden salir, los dos se dicen que se gustan y en esa misma noche los dos sucumben a sus atractivos (ya saben a qué me refiero “tienen sexo”). Por desgracia, nosotras las mujeres somos más sensibles y nos enamoramos más, pues resulta que después de esa noche él le deja de hablar. La chica llora durante días porque ella jura “amarlo” desde el primer día que lo vio. ¿Realmente lo ama? Ya veremos la explicación a continuación.

El matrimonio

    Los estereotipos de libertad en la actualidad, ponen al matrimonio como esclavizante, privador de la libertad o como un pacto únicamente legal. ¿Qué es en verdad el matrimonio? El matrimonio es la unión perpetua entre el hombre y la mujer con el fin de procrear…seguramente habrá varios que exclamarán “¡procrear!”, “¿¡cómo, no puede ser!?”, pues SÍ. En el génesis, Dios dijo “No es bueno que el hombre esté solo. Hagámosle una compañera semejante a él” (Gn 2, 28) a lo que añadió “[…] por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y vendrán a ser los dos una sola carne” (Gn 2, 24), “creced, multiplicaos y llenar la tierra” y de ahí empezó a nacer la población. Aunque no lo crean, el único propósito de unirse en matrimonio es procrear, pero lógicamente de la unión viene la convivencia y el saber llevar una relación adelante para siempre.

    Cuando no se cree en el matrimonio es difícil reconocer la dignidad del mismo y se cae muy fácilmente en la práctica de la infidelidad, el divorcio, el amor libre y otras uniones irregulares. En nuestros días es más fácil seguir lo malo para obtener resultados más rápidos y que siguen ciertos estereotipos para encajar en sociedad (“casarse para encadenarse”, “casarse para divorciarse”, “casarse por interés”, “casarse porque se metió la pata”, etc.), que hacer las cosas bien. Por supuesto que nadie está obligado a casarse, ni que alguien deba obligarlo a hacerlo, hay que recordar que Dios nos dio el libre albedrío, pero está en nosotros saberlo utilizar.

La castidad

    Según el diccionario de la Real Academia Española, “castidad” es la virtud de quien se abstiene de todo goce carnal, lo que en otras palabras significa, “no tener sexo”. En la actualidad muchos piensan en la castidad como sinónimo de represión sexual, cuando realmente esas personas carecen del conocimiento de su significado y de su inmenso valor en la vida humana.

    Hay otras personas que relacionan la castidad con la virginidad y aunque sí están relacionadas, se diferencian en que ser virgen es ser una persona casta toda la vida, es decir, no haber tenido relaciones sexuales jamás; mientras que ser casto es abstenerse de tener relaciones sexuales aún si ya se han tenido. Por ejemplo, cuando una pareja se casa y ya ha tenido relaciones sexuales, pero quiere reforzar su unión y amor, puede elegir la castidad para lograr el propósito. Por otro lado, un joven que no se ha casado, pero que ha tenido relaciones sexuales con sus parejas, puede elegir la castidad con sus siguientes parejas hasta casarse, incluso una pareja de novios, si ya tienen relaciones sexuales, también puede elegir la castidad para conocerse mejor.

    Todos somos libres de elegir lo que queremos, eso es un hecho, pero no todo lo que queremos es bueno. Ha habido muchas personas a las que les he hablado de la castidad, tanto hombres como mujeres y la mayoría se espanta o se niega a vivirla justificándose en que la vida ha evolucionado y que ahora el sexo ya no es un tabú, que la castidad sólo la practican los religiosos y ultraconservadores de mente cerrada.

    En el libro de Heather Gallagher que se llama La castidad: la libertad del amor verdadero se habla que dentro de un noviazgo existen las etapas espiritual, emocional e intelectual; mientras que la física se deja al final, para el matrimonio. La espiritual nos sirve para conocer a la persona desde su interior, desde el alma; la emocional nos sirve para conocer las reacciones de la persona ante distintas circunstancias de la vida; y la intelectual para saber el grado de criticismo que tiene la persona sobre la realidad; mientras que la física se refiere al conocimiento de la persona corporalmente. Alejándonos un poco de la religión y de Dios, lo cierto es que si no se siguen estas etapas se llega a un “punto de quiebre” en el que sólo importa lo físico; es decir, se destruyen los cimientos de la relación. Dios nos dio el regalo del sexo para unirnos con nuestro cónyuge, pero cuando lo usamos de otra manera nos ata con una “cinta adhesiva” a una persona. Cuando la relación de noviazgo se acaba con esa persona, como en el ejemplo que cité al inicio, al quitar esa “cinta” la otra persona se lleva parte de nosotros (como sucedería cuando quitas una cinta adhesiva de la piel y se lleva pelos consigo) y en el peor de los casos puede dejarnos una huella irreparable como una Enfermedad de Transmisión Sexual (sida, papiloma humano, gonorrea, virus de la hepatitis C, etc.). Y así sucesivamente sucedería con cada persona con la que decidiéramos adelantarnos al plano físico.

    Ser casto significa tener control de uno mismo, significa no ser esclavo de nuestras emociones sino tener el don de mandar en ellas. La castidad te ayuda a ver con claridad lo que realmente quieres, sientes y valoras (a visualizar los planos emocional, espiritual e intelectual), y a ser responsable de tus propios actos. Esperar hasta el matrimonio para consumarlo es un acto de madurez y de amor hacia tu pareja. El tener sexo con tu novia o novio a días o a meses de conocerla no significa que la ames; al contrario, no estás valorando su intelecto ni su espiritualidad. La etapa del noviazgo sirve para conocerse en esas etapas y para saber si es la persona correcta para ti.