Juzgar o no juzgar

07.01.2016 11:21

por Valery Fuster

   El otro día hablaba con mi mamá por teléfono acerca de cómo había pasado mi día, de pronto comencé a enfadarme y a decir que detestaba que las personas sólo pensaran en "yo te doy, pero tú me tienes que dar también", que no me gustaba que fueran materialistas y que dieran un amor fingido. Después de la llamada con mi mamá, me di cuenta de que aún seguía enojada por mi queja, me vi sumida en un mar de pensamientos negativos que me hacían enojar aún más de lo que en realidad estaba sucediendo...nada. Me detuve por un momento para darme cuenta de que estaba haciendo ejercicio, de que ya había pasado media hora y que no había cambiado de posición. Pasé treinta minutos de mi vida viviendo mis pensamientos y no mi realidad y al final no logré solucionar nada, el mundo sigue igual, el mundo no cambia por "juzgar" a las personas y mucho menos a sus espaldas.

   "No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y se os perdonará" (Lucas 6,37).

   Por lo general el ser humano busca de forma inconsciente sobrevivir, finalmente nuestra razón básica de existencia es la supervivencia. Miles de millones de años han pasado y el hombre ha evolucionado pasando de juzgar, condenar y matar a sólo juzgar y condenar por razones un tanto absurdas. Me parece que en la época que estamos atravesando, en la que nuestras vidas y supervivencia dependen del dinero, solemos perder de vista los puntos morales y espirituales entre humanos. Para nosotros es una tarea más fácil juzgar a los demás antes de juzgarnos a nosotros mismos pues no requiere de ningún cambio, de ningún esfuerzo y llena nuestros vacíos de placer emocional. Es muy probable que lo que juzgamos de los demás, sus acciones, también en algún momento de nuestras vidas las hayamos hecho y no nos gustó la manera en que nos sentimos después de incurrirlas.

  Este tema, el "juzgar", puede ser muy polémico pues es un tanto subjetivo lo que se debe o no juzgar. El problema radica en que la mayoría de los juicios que emitimos hacia los demás los hacemos porque nos sentimos inseguros o porque tememos ser juzgados del mismo modo.

   "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." (Mateo 22:39)

   El segundo mandamiento según el evangelio de San Marcos en mi opinión es esencial en nuestras vidas, es el punto justo entre la línea divisoria de nuestra propia vida y la vida del prójimo, como un espejo con el cual puedes darte cuenta de que las reacciones que los demás tienen hacia ti son provocadas, en su mayoría, por las acciones que tú tienes hacia ellos. Del mismo modo me atrevo a decir que la manera en que juzgas a los demás tú también serás juzgado. Muchas veces juzgamos también porque queremos sentirnos superiores, seguros de que estamos bien y de que tenemos la razón aún cuando muchas veces nuestras razones son erróneas. Sin embargo, es difícil saber cuál es el punto correcto y justo, cuándo sí podemos juzgar y cuándo no, a mi parecer, conocerte a ti mismo, tus debilidades, tus cualidades, tus errores, tus aciertos, etc. son básicas para hallar el balance.

   "¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacarte la mota de tu ojo, cuando no ves la viga que hay en el tuyo?" (Lucas 6,41).

   Seguro se estarán preguntando ¿cuándo es válido juzgar? Existe una posibilidad muy válida para juzgar, un ejemplo claro de esto es enseñar. Cuando nos damos cuenta de que alguien está incurriendo en cosas malas nos vemos llamados a decir lo que no está bien para ayudar a esa persona a retomar el buen camino. De aquí surge el hecho de que dejar tranquilo a los demás puede ser también una forma sutil de juzgarles. Dejar de juzgar no significa apartarte del mundo y siempre estar conforme con lo que las personas hacen, pues de tal forma, por ejemplo, sería absurdo estar conforme o de acuerdo con alguien que mata y que cree fielmente que matar es verdadero y correcto. No se trata de desacreditarse, sino de ponerse al servicio de los demás en lugar de juzgarles, por eso es esencial tener en mente amar a los demás como a ti mismo, si no te gustaría que te mataran entonces no lo hagas a los demás, es un tanto un razonamiento lógico.

   "A los insumisos amonestadlos, a los deprimidos animadlos, a los débiles socorredlos, con todos sed pacientes" (1 Tesalonicenses 5,14).

   Para concluir puedo decir que sí hay razones para juzgar al prójimo y serían: por su bien, para que aprenda, para que progrese. Al final siempre son razones que tienen que ver con el amor, con la paciencia, con la humildad, son razones que tienen que ver con la práctica de las virtudes.

   A lo largo del artículo me permití citar versículos de la Biblia, sé que muchos de ustedes son ateos y lo respeto. Yo encuentro en estas palabras muchas afirmaciones sabias que nos ayudan mucho a ser mejores en la vida, además de que son razonamientos lógicos que siguen premisas lógicas que nos dan una calidad de vida plena en todos los aspectos.

 

   "Dejemos de juzgarnos mutuamente. Procurad más bien no provocar el tropiezo o la caída del hermano" (Romanos 14,13).